Desplazarse hacia abajo
26 de agosto del 2021
La belleza natural de Puerto Vallarta es la fuente de inspiración para diversos artistas que han plasmado sus ideas en magníficas obras de arte, durante décadas. Una de las manifestaciones artísticas que destacan son las esculturas que engalanan el Malecón de esta ciudad. Y además de disfrutar de un paseo frente al mar por este andador que forma bellas alfombras de piedras con patrones huicholes bajo tus pies, también podrás admirar una auténtica galería de arte al aire libre.
Te compartimos un poco más acerca de 10 de las esculturas más emblemáticas:
Esta escultura te resultará muy familiar aunque no hayas tenido la oportunidad de visitarla en persona, pues es la escultura que aparece reflejada en el logotipo de Puerto Vallarta. Realizada por el artista Rafael Zamarripa “El niño sobre el caballo del mar” ha fascinado a visitantes y locales desde 1960 en Las Pilitas, ubicadas en Playa Los Muertos. ¿Sabías que una tormenta la arrancó de su base, y fue entonces que se encargó una segunda escultura al artista, la cual fue colocada en 1976 en el Malecón de Puerto Vallarta? Para fortuna del legado artístico de esta ciudad, la primera escultura fue encontrada y vuelta a colocar en su lugar original, a los pies del Pacífico.
Esta obra de José Ramírez Barquet es otra de las esculturas más antiguas de la ciudad y pronto se convirtió en un punto de referencia dentro del Malecón. Esta escultura, donada a Puerto Vallarta en 1984, simboliza a una pareja sentada mirando a lo lejos hacia la ciudad. Una representación del amor que supera pruebas y con el tiempo, afianza lazos.
De Carlos Espino, Tritón y Sirena fue inaugurada en 1987. Esta es una escultura de bronce de estilo clásico y una de las más admiradas por visitantes que recorren el malecón de Puerto Vallarta y en ella el autor representa a dos personajes importantes de la mitología griega: Tritón, hijo de Poseidón y Anfitrite, que representa el espíritu de las aguas del mar.
Esta escultura recubierta en bronce es una de las más recientes adiciones al Malecón de esta ciudad. Se develó el 14 de enero de 2011 y mide 3 metros de altura. Para la creación de esta obra se utilizó la técnica de la cera perdida que permite obtener figuras de metal por medio de un molde. El artista, Anibal Riebeling, quiso plasmar esta obra como un amuleto de la suerte para que aquel que la toque tenga abundancia y mucha suerte.
Obra de Jonás Gutiérrez, esta pieza mide 2.40 metros de altura y está hecha de bronce y obsidiana. El artista quiso representar a un personaje que está a punto de comer una piedra para recordar la inocencia de la infancia, cuando los niños empiezan a dar sus primeros pasos y se aventuran a experimentar el mundo que les rodea.
Inaugurada en 2001 y ubicada al inicio del Malecón, esta escultura de Félix Fernando Baños López —conocido como Mathis Lidice— conmemora el nuevo milenio a través de la evolución del ser humano. Dentro de sus elementos principales destacan las olas del mar, al que muchos investigadores atribuyen el inicio de la vida, seguido por criaturas marinas, la cadena de ADN y personajes ilustres de la historia.
Obra del escultor James (Bud) Bottoms, y donada en 1987 por la ciudad hermana de Puerto Vallarta, Santa Bárbara, California, es una réplica de la que se encuentra en aquella metrópolis. La fuente está formada por tres delfines saltarines, cuyo diseño se basa en una leyenda de los indígenas que habitaron la costa californiana, la cual narra que en un naufragio varios de ellos fueron salvados de ahogarse al convertirse en estos animales marinos.
El artista Sergio Bustamante creó esta fascinante escultura formada por extrañas figuras que suben una escalera. Desde su instalación en 1999 ha causado gran admiración entre los visitantes que la eligen para tomarse una icónica foto de su visita a Puerto Vallarta.
Otra bella pieza que conforma esta galería de arte al aire libre que es el Malecón, es el conjunto de 16 esculturas eclécticas creadas por Alejandro Colunga, que semejan alargadas sillas humanas con brazos y piernas, terminadas en estilizados animales marinos y figuras fantásticas del imaginario del artista.
Obra del artista tapatío Adrián Reynoso, esta escultura de casi dos metros representa el ciclo de la vida y la muerte, que aquí se muestra como una ola en espiral sobre un caracol que parece abrazar las aguas azules del fondo.
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